El actual estado de expansión de la epidemia de coronavirus va a marcar la economía global en el próximo año. La evolución en la última semana sugiere que la interrupción económica de la propagación del coronavirus será mayor, más amplia y más duradera de lo que habíamos previsto anteriormente. Por un lado, los nuevos casos de contagio fuera de China han superado por primera vez los nuevos casos en China, lo que pone en duda que la epidemia se frene a corto plazo. Por otro lado, pese a los esfuerzos de las autoridades chinas por reactivar la producción interna, una variedad de indicadores muestra que la economía de está volviendo a la normalidad a un ritmo lento.
En base a todo esto, el escenario más probable es que la epidemia de coronavirus reduzca el crecimiento de la economía global en el conjunto de 2020 en 0,5 puntos, dejándolo en torno al 2,4%. Así lo considera José María Martínez, experto en Economía China y profesor de EALDE Business School en un seminario de la escuela de negocios online con sede en Madrid.
“El impacto global dependerá de la duración y expansión del virus y de la magnitud de las disrupciones de oferta. Por ahora, se prevé que el impacto económico sea grande en los primeros meses del año, cuando nos quedaremos al borde de la recesión. Y un rebote claro de la actividad global no ocurrirá hasta al menos el segundo semestre del año”, según ha señalado el experto en un seminario de la escuela de negocios online con sede en Madrid.
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Efecto de la globalización
El impacto a corto plazo del coronavirus en la economía China acabará afectando a todo el mundo, debido a la alta dependencia del país asiático que tienen las cadenas de producción globales. “La globalización ha favorecido que hoy día la fabricación se segmente en varias cadenas, que se realizan en distintas localizaciones geográficas, con China asumiendo una parte importante del proceso”, indica Martínez. Ahora, el freno de la producción en China se está traduciendo en algunos casos en el desabastecimiento de bienes intermedios a nivel global en sectores que, de momento, trabajan con las existencias disponibles, pero que, ante su agotamiento, pueden terminar necesitando paralizar la producción. Los sectores que se verán más afectados son, “sobre todo el de la electrónica y los automóviles”.
En la coyuntura actual se prevé que estas disrupciones de oferta se prolonguen en el tiempo más de lo previsto. “En un primer escenario, el brote se hubiera contenido en marzo y la actividad China se hubiera normalizado. Pero esta situación parece ya obsoleta, por lo que vamos hacia un escenario de mayor impacto económico” señala José María Martínez, que imparte clases en el Máster en Dirección Financiera de EALDE Business School.
Sin embargo, el peor escenario que podría marcar el crecimiento económico mundial es el de una posible escalada del coronavirus hasta el tercer trimestre de 2020, incluyendo una posible recaída de la economía China al tratar de reactivar la actividad y reducir cuarentenas. “En este caso caeríamos claramente en una recesión de la que no se saldría al menos hasta 2021”, añade Martínez.
El papel de los bancos centrales para evitar una crisis más grave
Para evitar que la crisis financiera causada por el coronavirus pueda agravarse, el papel de los bancos centrales puede ser clave, ya que podrían inyectar liquidez a las empresas que no pudieran hacer frente a sus deudas y ayudar a bancos que, como consecuencia de esos impagos, se vieran en problemas.
No obstante, el experto advierte de que estas posibles políticas monetarias expansivas pueden evitar problemas de estabilidad financiera, pero pueden no tener un gran efecto en reactivar la economía, por dos razones. “Por un lado, los tipos de interés ya están muy bajos, y no se pueden bajar mucho más. Y, por otro, bajar los tipos de interés puede reactivar la demanda, pero no solventar los problemas de oferta. Por lo tanto, seguirá habiendo empresas parando la producción por falta de componentes o mano de obra”, indica Martínez.
En todo caso, el experto considera que “el impacto económico es aún incierto” y que dependerá de cómo evolucione la expansión del virus, tanto geográfica como en el tiempo, y de la magnitud de las disrupciones de oferta.
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