Las personas dependemos cada vez más de las herramientas tecnológicas. La tecnificación de la sociedad ha llevado a que en el último siglo se sucedan como prioritarios tres tipos de riesgos: patrimoniales, responsabilidades y emergentes/tecnológicos.
Los nuevos riesgos vienen derivados de la tecnología, como las amenazas en la red o el ciberriesgo. La tecnología es el factor común del avance de materias tan diversas como el conocimiento de la tecnología aplicada, la salud, las comunicaciones, la productividad, el ocio o la creación artística. Los avances en computación, el acceso a las redes wifi y el resto de avances en la historia de la humanidad se han visto equilibrados por la aparición de otros factores negativos, como el ciberriesgo.
La sociedad ha evolucionado rápidamente. Las órdenes de prioridad han cambiado mucho. En la actualidad, quedarse sin conexión a Internet o batería son preocupaciones latentes. Los modelos de negocio tradicionales también han evolucionado, con la llegada de empresas como Uber o Airbnb.
Muchas de las guerras se desarrollarán en el ciberespacio. En 2015, España fue el tercer país con más ciberataques. El Ministerio de Interior alertó que en 2016 se preveían alrededor de 100000 ataques informáticos, de los que 300 podían ir dirigidos contra infraestructuras críticas. El cibercrimen es ya una forma más de delincuencia.
Las áreas de riesgo afectadas para las empresas son muchas. No obstante, pueden agruparse en cuatro categorías principales:
- Daños por accesos indebidos: el mero hecho de la intrusión, datos sustraídos (espionaje empresarial), debilidad de los sistemas propios y generación de incertidumbre, acceso a datos de personas para su uso posterior y otros prejuicios.
- Responsabilidades frente a terceros: redes empresariales, cumplimiento regulatorio, datos de clientes y protección de sus datos, reclamaciones de alto coste financiero, entre otros.
- Desprestigio corporativo (daños reputacionales): el mero hecho de la intrusión, daño reputacional ante públicos de interés, costes reparación intangibles u otros daños y costes derivados del escándalo.
- Pérdidas físicas (activos materiales): control de máquinas/plantas/procesos, esclavización de actividades, daños potenciales incalculables, instalaciones críticas, etc.
Información extraída del webinar impartido por Mariano Blanco Gema para EALDE Business School.
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