Qué es la gestión de riesgos y por qué es importante

La religión, la medicina, la ciencia, todas las proezas de la humanidad responden a un sentimiento básico: el miedo a lo desconocido. La ansiedad que nos produce la incertidumbre del futuro es vencida por las ganas de superar la adversidad y prepararnos ante cualquier contingencia. En eso precisamente consiste la gestión de riesgos. 

En un mundo inestable, azotado por pandemias, guerras y volatilidades, saber reaccionar ante escenarios imprevisibles es fundamental para la supervivencia. Tanto de individuos, como de empresas, países y la propia especie. Pero no solo se trata de prevenir problemas o sortearlos cuando surjan. La gestión de riesgos también nos enseña a decidir qué camino tomar, y a eliminar el factor suerte de nuestras decisiones.

Las 5 fases del proceso de gestión de riesgos

El futuro está sujeto a todas las posibles variaciones, pero no es solo un espacio de desgracias y ruina, sino también de oportunidades y beneficios. No hay empresa que pueda evitar todos los riesgos, pero no todos los riesgos conllevan resultados negativos. 

Saber aprovechar cualquier oportunidad que nos lance la vida y beneficiarse de las desgracias es una de las claves del éxito. La labor de un gestor de riesgos consiste precisamente en evaluar la relación beneficio-riesgo de un acontecimiento para navegar las aguas en que la mayoría se hunden. Dependiendo del resultado del análisis, se pueden tomar las mejores decisiones de acuerdo al siguiente esquema: 

Identificación del riesgo 🡪 Análisis 🡪 Evaluación 🡪 Limitación 🡪 Vigilancia

La buena implementación de estas medidas supone enormes ventajas:

• Una mayor puntuación en los índices de acciones de una empresa.
• Una mayor atracción de inversión.
• Mayor resiliencia y seguridad en cualquier circunstancia.
• La transformación de eventos disruptivos en oportunidades de negocio.

De este modo se puede mantener la calma y marcar la diferencia cuando más importa, en los momentos en que los demás entran en pánico.

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Paso a paso: cómo reaccionar ante los riesgos

Una de las frases más famosas de Napoleón reza que “los planes nunca sobreviven al contacto con el enemigo.” Siempre surgirán imprevistos, no importa que estudiemos todas las variables hasta la extenuación, la realidad siempre es mucho más compleja. Napoleón sabía que siempre se toparía con adversidades. 

Ante este hecho, los grandes gestores de riesgos como Napoleón Bonaparte saben implementar 2 tipos de acciones:

1. Minimizar la posibilidad de que acaezca un hecho adverso.
2. Minimizar la severidad del hecho cuando suceda.

Veamos exactamente cómo suceden estos dos puntos.

Fase 1: Prevención

Poco se puede hacer si estamos rodeados por el enemigo. Por eso es mejor prevenir que curar. En el mundo de la gestión de riesgo, esto se resume a 2 cuestiones de la máxima importancia:

1. ¿Qué hechos no deseados pueden darse?
2. ¿Qué puede producir estos escenarios?

En esta fase de prevención, la tarea consiste en imaginar todos los escenarios en que pueda darse un fallo o un resultado negativo. Por ejemplo, que dos ejércitos enemigos se unan para atacarnos al mismo tiempo. 

Mapear todas las posibilidades requiere una labor de investigación exhaustiva, el estudio de casos históricos y conocer todos los posibles antecedentes. En cuanto más exhaustiva sea esta labor, más preparados estaremos. 

Fase 2: Reacción

La fase 2 consiste en disponer de un amplio abanico de planes de contingencia. Para cualquier escenario adverso, se requiere al menos un buen plan de reacción. Lo que se llama un plan B. Si no funciona, se pasa al C. Y así hasta el Z. Y más allá. 

Para que esto suceda de la mejor manera posible, es imprescindible disponer de un sistema de mando en que las tareas estén claramente definidas. Así, los actores que intervienen en la gestión de riesgo se agrupan en 4 categorías:

1. Los directores, que toman decisiones.
2. Los planificadores, que deciden cómo ejecutar dichas decisiones.
3. Los ejecutores, que transforman las decisiones en realidad.
4. Los verificadores, que analizan el efecto de tomar las decisiones o no tomarlas.

En cuanto mejor sea la comunicación entre los diferentes grupos, mayor será la capacidad de reacción ante los imprevistos. 

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Convertirse en un gestor de riesgos requiere de una sólida formación y una dilatada experiencia laboral. Es necesaria una formación continua para mantenerse al día respecto a las exigencias de conformidad de organizaciones como ISO y el NIST.

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Al acabar el curso, los alumnos han adquirido los conocimiento prácticos y teóricos de temas tan fundamentales como:

• Exigencias de conformidad.
• Legislaciones y antecedentes legales.
• Protocolos de seguridad.
• Identificación, prevención y mitigación de riesgos.

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