Las personas analizan cuatro aspectos en el momento de decidir si continuar o no en una empresa. En esta elección se contempla en Recursos Humanos lo que los empleados esperan recibir de la empresa y lo que la empresa está dispuesta a ofrecerle, pero también lo que los empleados están dispuestos a dar y lo que la empresa espera recibir de ellos.
Si hay sintonía entre estos cuatro planteamientos, el empleado se mantiene en la empresa y el talento se queda. Por el contrario, si no existe ese equilibrio, se produce una ruptura, como consecuencia de uno de los factores de repulsión.
Los factores de repulsión son los siguientes:
- Expectativas defraudadas.
- Desajuste entre la persona y el puesto que ocupa.
- Seguimiento y consejos insuficientes al empleado.
- Pocas oportunidades de crecimiento y promoción.
- Sentirse infravalorado o no reconocido.
- Estrés por sobrecarga de trabajo.
- Desequilibrio entre el trabajo y la vida personal.
- Pérdida de confianza en el liderazgo superior.
Según el trato recibido por las personas, mayor o menor es el vínculo y el ímpetu de su desempeño. De ahí la importancia de no caer en prácticas obsoletas en Recursos Humanos. Esto implica vincular las estrategias de talento con los objetivos de las empresas. Para ello se ha de trabajar las áreas de compensación emocional, premiar el rendimiento, asegurar las necesidades básicas, facilitar la vida diaria del empleado y anticipar el futuro.
Los empleados no solamente huyen de los malos jefes, sino también de las malas empresas. En la era de la «flexiseguridad», tanto las empresas como los trabajadores han de saber combinar la flexibilidad con la seguridad. En función del entorno, las características del trabajo y la actividad a desarrollar se prioriza una u otra. Esta combinación es la garantía del éxito laboral de hoy en día.
Información extraída del webinar impartido por Trinidad Yera para EALDE Business School.
0 comentarios